martes, 19 de agosto de 2008

Declaran Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, Santuario Regional y diocesano

Fue aprobado por monseñor Diómedes Espinal

Con un cántico a la virgen María “quien llegó ya llegó” y la presencia de los sacerdotes Jesuitas y todos los Párrocos de la Diócesis, el obispo Diómedes Espinal, designó a La Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, de Loma de Cabrera, Dajabón, como Santuario Regional y Diocesano. Una réplica de la imagen de la Virgen está ubicada en la comunidad de la Garrapata, lugar en donde cada año los sacerdotes de la compañía de Jesús, acompañado de cientos de feligreses católicos, dan sus agradecimientos y esperanzas a la vida y las comunidades.
El Decreto pastoral que declara a la Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, como Santuario Regional y Diocesano a la virgen de la Altagracia, fue promulgado el 15 de Agosto 2008 por el Secretario de la Diócesis Mao-Montecristri y firmado por su obispo Diómedes Espinal de León.
La multitud de personas que bajo una pertinaz lluvia se congregó en la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, para participar en los oficios religiosos, expresaron su alegría por la designación eclesiástica de declararla como Santuario para todos los municipios de la región noroeste y la frontera, los que vienen a rendir tributos de fe a la madre de Jesús cada 21 de Enero, en una caminata hacia el Santuario y a la Virgen ubicada en la comunidad de la Garrapata.

Según el párroco jesuita David Pantaleón, para el año de 1936, al llegar el padre Felipe Gallego, superior de los jesuitas en la frontera, encontró una devoción a la virgen que no se correspondía con una “capillita” destartalada de madera que se estaba cayendo a pedazos en Loma de Cabrera, pero que había una gran devoción mariana en el pasado siglo XX al llegar aquí, el 17 de agosto de 1936; hoy, cumplidos ya los 72 años.

El sacerdote Pantaleón precisó que en este mismo lugar, donde está erigida la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, había una ermita que era el santuario de toda la misión fronteriza, y agregó que ya “en 1939 habían más de doscientas legionarias Hijas de María, organizadas entre Dajabón hasta Loma de Cabrera, las que cargaron con la devoción Mariana en sus hombros y rosarios, realizando el sábado de cada semana encuentros para celebrar el día mariano en la ermita, cultivando la devoción a la virgen”.

Esta Parroquia tradicional de Loma de Cabrera, contó en sus inicios con el desaparecido padre Santa Anna, quien fue uno de los primeros sacerdotes jesuita llegado en el año de1936 a la región fronteriza. Los habitantes de Loma Cabrera recordaron que el sacerdote Santa-Anna se desplazaba en una mula por las comunidades y con el toque de la corneta convocaba a las actividades religiosas a la feligresía del lugar.

Monseñor Diómedes Espinal urgió la acción de gracia acompañado del coro de la iglesia dando al señor la gloria y en la tierra a los hombres paz., haciendo memoria de la ascensión de la virgen María al cielo.

La sala capitular de Loma de Cabrera, declaró visitante distinguido a monseñor Diómedes Espinal de León, obispo de la diócesis Mao–Montecristi, y los demás acompañantes a la actividad religiosa, que declaró Santuario Regional y Diocesano a la iglesia de la localidad fronteriza.

TEXTO DECLARATORIO:
“La diócesis de Mao-Montecristi, con estas letras nuestras, dedicamos y aprobamos la Parroquia Nuestra Señora de la Altagracia, de Loma de Cabrera, Dajabón, como Santuario Regional y Diocesano. Dado en la ciudad de Mao, a los 15 días del mes de agosto, del año 2008. Día de la Ascensión de la Santísima Virgen María. Año dedicado al apóstol San Pablo, y el 30 aniversario de la erección de la diócesis Mao-Montecristi. Firmado por el secretario Padre Sinencio Peralta y el obispo, monseñor Diómedes Espinal de León”, dice el texto declaratorio.
Historia de los jesuitas en la frontera:
Las parroquias de los municipios de la provincia de Dajabón, han sido dirigidas por los sacerdotes de la compañía de Jesús desde el 1936, fecha en que se establecieron en la frontera norte como una medida del desaparecido régimen de Trujillo por contener la penetración de otras prácticas religiosas de la parte occidental de la isla.